Mark Zuckerberg, el fundador, propietario y líder de Facebook, acaba de lanzar un
manifiesto de casi 6 mil palabras, en el cual expone su idea de la red en este momento: es hora de pasar a la acción.
Con unos mil 800 millones de miembros, Facebook es de lejos la red social más influyente, una de las empresas tecnológicas más rentables, escenario principal de la información en línea y, por lo que se ve, fuente de tentaciones en grande.
Una lectura del manifiesto puede ser que se trata de una amplia respuesta al aislacionismo radical de Trump. Visto de otra manera, suena al lanzamiento de una especie de ONG virtual.
Pero la idea parece ir más allá de la coyuntura y exhibe el extremo al que se llega en el contraste entre la vida terrenal y la nube.
Al final, lejos de ser un discurso redondo y concluido, parece más bien un almacén de inquietudes y dudas a punto de explotar.
En cierta forma es el fondo de la discusión sobre si la Primavera Árabe o la Revolución Naranja de Ucrania salieron de la realidad de esos países o de los móviles disparando mensajes.
Después de conectar el mundo, dice Zuckerber, “estamos cerca de dar nuestro siguiente paso”. Mira el horizonte de la red como una oportunidad para “expandir prosperidad y libertad, promover paz y entendimiento, rescatar a la gente de la pobreza y acelerar la ciencia”.
La lista de metas se extiende a liquidar el terrorismo, combatir el cambio climático o prevenir pandemias.
Foto Ap
La tarea de Facebook, dice su líder, es desarrollar una infraestructura social para darle a la gente el poder de construir una comunidad global que trabaje para todos, que tenga los impactos más positivos, que mitigue la división y el aislamiento.
Ya no se trata sólo de conectar amigos y familias, sino de reconocerse como el proyecto que es, “más grande que cualquier organización o compañía”.
Dice que en Facebook hay más de 100 millones de personas que participan en grupos “significativos”, es decir, que trascienden de alguna manera a la vida real, que no se limitan al intercambio de información.
Par algunos problemas, desde amenazas a la paz o a la salud, Facebook está en posición única para prevenir o asistir, dice su fundador. Puede atajar un suicidio, lanzar la búsqueda de un niño extraviado o recolectar fondos tras un desastre.
Zuckerberg cree que el intercambio de información en la red tiene un contenido más diverso que el que circula en los medios convencionales y que puede hacerlo más panorámico y preciso. De ahí el recurso recién lanzado para detectar y evidenciar noticias falsas.
Pero, recuerda también, está la cuestión de los límites: ¿Qué desnudos, qué violencia, qué imágenes, qué discurso resiste Facebook?
Plantea, por fin, que el aterrizaje de su idea está en impulsar a la gente a que vote y participe en los procesos políticos reales de su entorno y, a la vez, en explorar una suerte de “comunidad de gobierno” mundial.
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