sábado, 19 de noviembre de 2022

Cuba ante la izquierda latinoamericana

 

 

 Un grupo académico en Uruguay acaba de dar un nuevo impulso a la discusión que ha realizado la izquierda latinoamericana sobre Cuba.

  El Grupo de Estudios sobre las Izquierdas (GEI), de la Universidad de la República de Uruguay, celebró la semana pasada el seminario “Cuba y la izquierda latinoamericana. Una historia de encuentros y desencuentros”.







  El debate partió de que, para casi todas las fuerzas de izquierda en América Latina, el triunfo de la revolución cubana en 1959 fue una fuente de simpatía, admiración y referencia y se convirtió en una poderosa imagen simbólica y hasta afectiva.   

   Para una parte de ese conglomerado fue también una enseñanza y un estímulo para la vía armada. La dirigencia cubana logró conectar con un amplio espectro de fuerzas políticas de la izquierda regional, en ocasiones muy diferenciadas entre sí, e incluso con corrientes más allá del marxismo, como el nacionalismo revolucionario, entre otras.

  De acuerdo con las exposiciones, los “encuentros” entre Cuba y la izquierda regional llegaron a incluir circunstancias tan peculiares como las colonias variopintas de exiliados latinoamericanos en la isla, sometidas a una rigurosa compartimentación y con las cuales La Habana se entendía caso por caso.

  Una conexión intelectual más amplia ocurrió con la revista Pensamiento Crítico, que se nutrió sobre todo de traducciones de un catálogo diverso de autores de la izquierda mundial. 

  Algunos expositores recordaron que, en forma minoritaria y marginal, dentro de la izquierda latinoamericana aparecieron críticas tempranas a giros del nuevo poder revolucionario en los sesenta y al régimen político resultante en las dos décadas siguientes.  El repaso se extendió hasta los años noventa, con algunos enfoques novedosos y, quizás por el origen del encuentro, con énfasis en el Cono Sur.

  Los organizadores del seminario fueron Aldo Marchesi, Franco Morosoli, Julieta de León y Jimena Alonso. Entre otros participaron Tanya Harmer, Cecilia Lacruz, Vanni Pettinà, Rafael Rojas, Cristina Tortti y Michal Zourek (con un interesante rastreo en los archivos de la policía política checoslovaca).

  Este seminario coincidió en el tiempo con una publicación reciente en La Joven Cuba, una revista electrónica que producen académicos en la isla, en este caso sobre un debate contemporáneo, el del ejercicio de las libertades públicas en la isla.

  El artículo reseña, entre otras, una polémica en Puerto Rico entre la periodista, activista y académica Mari Mari Narváez, hija del líder histórico del independentismo Juan Mari Bras y los docentes universitarios Carlos Rivera Lugo y Carlos Severino.




                                                Foto 123RF




  La controversia parte de la defensa de Mari del derecho del pueblo cubano a expresarse y manifestarse y su crítica a detenciones arbitrarias, juicios sumarios y el encarcelamiento de personas que han protestado pacíficamente.

  La réplica de los académicos es que a la autora “le preocupa más los derechos individuales abstractos de unos pocos por encima de los derechos colectivos concretos de todo un pueblo que lleva sobre 60 años resistiendo y sufriendo las inhumanas consecuencias del bloqueo y el embargo estadounidense”.

  El autor de la reseña, el profesor de historia puertorriqueño, Carlos Pabón Ortega, toma partido por Mari y reprocha a los impugnadores que desdeñen las luchas históricas por los derechos humanos y que olviden que en Cuba la nueva Constitución reconoce garantías individuales y sociales a las que se acogieron los manifestantes.











lunes, 17 de octubre de 2022

"Filtro" a venezolanos en EU; ¿refugio en México?

 


Con su plan para reducir al extremo la migración venezolana, Estados Unidos aniquiló su propia iniciativa de cuatro meses antes y optó por una vía unilateral, a la que forzó a México a subordinarse. 

  La Declaración de Los Angeles sobre Migración y Protección fue suscrita por los asistentes a la IX Cumbre de las Américas, en junio pasado.

  Aunque no es vinculante, parecía un marco adecuado para un compromiso hemisférico, con la meta de “cooperar estrechamente para facilitar una migración segura, ordenada, humana y regular” y en el que las partes reconocen que “abordar la migración internacional irregular requiere un enfoque regional”.

  Por el contrario, el nuevo “filtro” para los venezolanos fue una decisión de Estados Unidos, que otorga apenas 24 mil entradas para un universo de más de siete millones de refugiados.



Migrantes, en su mayoría venezolanos, se alistan para salir de Colombia hacia el Tapón de Darién, en Panamá, con rumbo a Estados Unidos, el 15 de octubre de 2022. Foto Ap



  Aún después de descontar los venezolanos que buscan acomodo en Colombia, en México o en otros países, la demanda de entrada a Estados Unidos es muy superior a la oferta de ingresos. El plan de Washington premia a unos pocos y castiga a la mayoría.

  Blas Núñez-Neto, funcionario del Departamento de Seguridad Interior, dijo a La Voz de América que esta es una “primera fase” y que Estados Unidos y México van a estar “revisando muy de cerca cómo funciona”, por lo que el número de admisiones podría crecer.





  Consultado sobre si el plan puede ampliarse a cubanos o nicaragüenses, respondió que “si funciona y tiene el efecto que esperamos que va a tener, se podría expandir”.

  De inmediato México tiene que reaccionar ante el conglomerado de venezolanos que no lograrán cruzar la frontera o que son devueltos y no tienen a la mano ninguna opción de destino.

  La opción a la vista en territorio mexicano será el refugio, en la que la nacionalidad venezolana tiene la más alta tasa de admisión. 

  Sin embargo, no hay nada claro. El canciller Marcelo Ebrard elogió el plan como "positivo", pero de inmediato se desconoce cuál es exactamente la operación que ejecutará México para acoger, si es que lo hace, a las decenas de miles de venezolanos expulsados o rechazados de Estados Unidos o si tiene sobre la mesa una negociación con el gobierno de Nicolás Maduro para que los reciba. 


lunes, 3 de octubre de 2022

El mapa de la Cuba real

 




  La crítica al gobierno de Cuba, en la calle y en las urnas, dibuja la pluralidad de la sociedad de la isla, más cercana a su circunstancia que a los discursos.

  El sitio Inventario identificó más de cincuenta protestas populares en Cuba entre el jueves 29 de septiembre y el sábado 1 de octubre. 



                                                 Tomado del sitio proyectinventario.org


  El descontento siguió al corte de energía tras el colapso de la red eléctrica nacional, al paso del huracán Ian, el martes 27 de septiembre.

  Pero Inventario ya tenía un registro similar de julio y agosto de este año: reclamos a raíz de los cortes de electricidad por averías en las termoeléctricas, sumados a la falta de agua y la carestía y escasez de productos básicos.

  Es decir que el verano de 2022 ha replicado con mayor extensión en el tiempo las protestas de un año antes, el 11 y el 12 de julio de 2021, cuando aún no se precipitaba la serie de apagones que azota a la isla.

  El pasado fin de semana, igual que en los meses anteriores y el año anterior, había exigencias por lo inmediato pero, además, señales de una inconformidad mayor, bajo el grito de “¡Libertad!”

  En un primer momento, funcionarios y oficiales policiacos intentaron aplacar a la multitud y explicar lo que podían sobre la situación, en ocasiones, incluso, con el reconocimiento explícito de que la protesta es un derecho.

  Al mismo tiempo hay testimonios de arrestos y de que grupos de jóvenes transportados en vehículos militares, con palos en la mano, han arremetido contra manifestantes. 

  Ciertas respuestas de vecinos a los intentos de explicación de los funcionarios en la calle resumen un estado de ánimo: “¡Ya no les creemos!”




Protesta de vecinos en Línea y E, Vedado, La Habana, el sábado 1 de octubre de 2022. Tomado de la cuenta de Twitter de Periodismo de Barrio (@periodibarrio)


  Casualmente las protestas de los últimos días ocurrieron justo después de un referendo, que el domingo 25 de septiembre confirmó la aprobación del Código de las Familias, una legislación de avanzada y de amplio respaldo social que, entre otras novedades, recupera derechos para sectores antes agraviados como la comunidad LGBT y las mujeres víctimas de violencia.

  A diferencia de otros referendos, como el de la constitución de 2019 o de comicios regulares, esta vez había otros factores en juego, como diferencias de fondo sobre la familia, equidad de género o la autoridad parental; hubo llamados a votar “no” como rechazo al sistema y a votar “sí” por el contenido del Código, sin considerar discrepancias de otro tipo.

   El resultado, aunque favorable, revela el peor saldo para el gobierno en una votación nacional.

  Según los resultados finales, el número de electores era de ocho millones 447 mil 467, de los cuales ejercieron el voto seis millones 269 mil 427, una concurrencia de 74.22 por ciento. En consecuencia, la abstención llegó al 25.78 por ciento, equivalente a dos millones 178 mil 040 ciudadanos.

  Durante décadas la abstención o el voto contrario a proyectos o candidaturas oficiales fue mínimo en Cuba. 

  La abstención empezó a crecer en las últimas consultas, pero nunca había llegado hasta el nivel actual..

  El Consejo Nacional Electoral omitió desglosar los votos anulados o en blanco, pero al descontarse del total de boletas depositadas las que resultaron válidas, cinco millones 909 mil 385,  resulta una diferencia de 360 mil 042, un 5.74 por ciento, muy parecido a la tendencia de las última década. 

  Votaron por el “sí” tres millones 950 mil 288, un 66.85 por ciento. Por el “no”, un millón 959 mil 097, un 33.15 por ciento, una proporción de dos a uno, sin precedente en la trayectoria electoral cubana.

  Al parecer se fueron para siempre las cífras apabullantes de estirpe soviética y emerge el registro de la sociedad realmente existente.

 




  

  

   


    




sábado, 3 de septiembre de 2022

Gorbachov, Bush, Castro y el fin de la Guerra Fría


  “Podría por favor repetir textualmente qué le dijo” Fidel Castro, le lanzó George H.W. Bush a Mijail Gorbachov, mientras las olas del Mediterráneo chocaban contra el buque soviético Máximo Gorki, donde ambos hablaban.

  Había caído el Muro de Berlín y había surgido el primer gobierno poscomunista en Polonia. Terminaba la Guerra Fría y los presidentes de Estados Unidos y de la Unión Soviética se reunían en Malta, con una vastísima agenda.



          George H. W. Bush y Mijail Gorbachov, en la cumbre de Malta, 2-3 de diciembre de 1989. Foto Ap


  Para la cita del 2 y 3 de diciembre de 1989, los asesores de Bush hicieron un guion: temas regionales, Europa del Este, perestroika, economía, política soviética, control de armas, asuntos trasnacionales y bilaterales.

  En el primer apartado, los tres primeros puntos eran diálogo regional, Centroamérica y Cuba, en ese orden.

  Sobre la isla, los apuntes para Bush se centraban en objetar la asistencia militar soviética y el apoyo cubano a Nicaragua y la guerrilla salvadoreña. 

   Así lo expone el mandatario estadunidense en la reunión con comitivas. El líder soviético responde que lo mejor es hablar directamente con Castro, quien “tiene sus propias ideas sobre nuestra perestroika”.

  Más tarde, a solas los dos, Gorbachov le dice a Bush que, cuando visitó Cuba en abril de 1989, las conversaciones no fueron sencillas con Fidel, quien mostró “cierta preocupación” por el rumbo que tomaba la URSS.

  Gorbachov le cuenta a Bush que explicó a Castro la política del Kremlin y que “en general todo terminó bien”. Que dijo a Fidel que lo veía fuera de sintonía con los soviéticos y le sugirió seguir el rumbo de Europa del Este, pero no le iba a dictar órdenes; que también le expresó que Moscú actuaba por necesidades propias y lo que hiciera la isla sería asunto suyo.

   Que Fidel, en fin, pidió la ayuda soviética para normalizar las relaciones con Estados Unidos.

  Gorbachov le pide a Bush que mantenga este último dato en secreto, para evitar una reacción negativa de Castro. Claro, responde Bush, no lo voy a poner a usted en una situación embarazosa.

  Gorbachov ofrece su ayuda, quizás para un primer contacto, aunque cree que no sea necesario. Le pide a Bush que piense sobre el asunto.





       Mijail Gorbachov y Fidel Castro en La Habana, el 2 de abril de 1989. Foto Ap


  “Me parece que Castro entiende cuánto ha cambiado el mundo. Lo sentí en mi conversación con él. Pero él tiene un muy fuerte sentido de la autoestima y la independencia”, dice Gorbachov.

  Bush le pide ahí la cita exacta. “Sus palabras fueron las siguientes”, recuerda Gorbachov: “Durante sus contactos con el presidente, le pedimos que usted encuentre las vías y la manera para transmitir el interés de Cuba en normalizar las relaciones con Estados Unidos”.

  “Es lo que estoy haciendo ahora”, agrega Gorbachov.

  “Le voy a mostrar todas mis cartas en Centroamérica y Cuba”, le dice Bush y arranca con una larga exposición. Llega a decir que el respaldo soviético a Nicaragua y a la isla es el elemento más problemático en la relación entre Washington y Moscú.

  En sustancia dice que Castro desentona con los cambios en la Unión Soviética, Europa del Este y el hemisferio occidental. Rechaza el trasiego de armas hacia Centroamérica y Gorbachov le recuerda que las armas de Estados Unidos también pululan en la región. Ambos quedan de acuerdo en que lo mejor son elecciones libres en el istmo.

  Bush defiende su intervención militar en algunos países, a lo que  Gorbachov le replica que debe respetar las soberanías nacionales. Agrega que ya se habla de una “Doctrina Bush” en remplazo de la “Doctrina Brezhnev” (militares soviéticos aplastando rebeliones en Europa del Este) y resume: “Dejemos que la gente decida por sí misma su futuro”.

  Bush se sale del tema y vuelve a pedir que cese la ayuda soviética a Cuba. La URSS no quiere esferas de influencia en América Latina, dice Gorbachov. Subraya que mantiene relaciones con la isla, país soberano con gobierno propio, al que no hay que enseñarle nada.

  Gorbachov se queja de que antes se acusaba a la Unión Soviética de “exportar la revolución” y ahora Estados Unidos quiere que los cambios en Europa oriental sean con los “valores americanos”.

  Bush reacciona con "gran frialdad" a la propuesta de hablar directamente con los cubanos, recuerda Gorbachov en sus Memorias (Plaza y Janés, 1995). Cree que Estados Unidos no va a transigir en ese punto. A juicio de Gorbachov, el resultado de Malta fue que la Guerra Fría había terminado, dice William Taubman (Gorbachov, vida y época, Debate, 2017).

  Desde el año anterior a esa cumbre, Fidel Castro había rechazado la perestroika, lo cual confirmó a un alto dirigente soviético (Vitali I. Vorotnikov, Mi verdad, Editora Abril, 1995), así como al propio Gorbachov durante la visita y en su famoso discurso de julio siguiente, después del cual tardó cuatro años en iniciar algunas reformas en Cuba.




                              Fragmento del discurso de Fidel Castro el 26 de julio de 1989



   La reunión de Malta se puede reconstruir por las minutas de la Casa Blanca y del Kremlin (traducida al inglés), obtenidas por el Archivo Nacional de Seguridad de la Universidad  Georgetown y detalles adicionales en William M. Leogrande y Peter Kornbluh, Diplomacia encubierta con Cuba, FCE, 2015.
























  












martes, 16 de agosto de 2022

AMLO, Petro y Boric frente a Ortega-Murillo

   

   Tres gobiernos de aparente afinidad, los de México, Colombia y Chile, mostraron el pasado fin de semana posiciones distintas ante Nicaragua.

  Con amplia mayoría, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) condenó el 12 de agosto la represión en el país centroamericano, en una muestra de que se ha reforzado el reclamo internacional contra Ortega y Murillo.

  La resolución no tiene resultados prácticos, entre otras causas porque cualquier llamado o crítica exterior a estas alturas sólo merece la burla del régimen y porque, además, Nicaragua denunció la Carta de la OEA el año pasado y cesará como miembro en noviembre de 2023. 

   Pero la sesión sirvió para medir la temperatura regional: 27 países condenaron la situación en Nicaragua, sólo uno estuvo en contra (San Vicente y las Granadinas), cuatro se abstuvieron (Bolivia, El Salvador, Honduras y México) y hubo dos ausentes (Colombia y Nicaragua).

   La embajadora mexicana Luz Elena Baños no argumentó sobre el fondo. En cambio criticó a la OEA como espacio por ahora impropio para un “diálogo genuino”, con un secretario general anulado, que “no es un actor confiable”.

   Baños calificó la votación como “una gran simulación que no merece repetirse”. En otras palabras, México ya no toma en serio a la OEA, quizás a la espera de una renovación en algún futuro incierto.

   Pero a continuación la embajadora citó el voto de su país a favor de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, del 31 de marzo pasado. Dijo que ahí sí México trabaja “de manera constructiva”.

   Esa resolución es una amplia y detallada reseña de las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, muestra su “alarma por el retroceso democrático” del país y advierte del “continuo desprecio” de Ortega y Murillo hacia las instancias multilaterales.

   El Consejo aprobó la resolución con 20 votos, incluido el de Argentina entre los latinoamericanos; 20 abstenciones de asiáticos y africanos y siete en contra: Bolivia, China, Cuba, Eritrea, Rusia y Venezuela.


Debut de Petro 


   La reunión del 12 de agosto era el debut del gobierno de Gustavo Petro en una definición hemisférica, pero el lugar de Colombia en la OEA quedó vacío.

   De inmediato no hubo una explicación oficial para la ausencia, pero es posible que se vincule al litigio entre Colombia y Nicaragua por la soberanía marítima sobre una zona del Caribe. A pesar de que hay un fallo de la Corte Internacional de Justicia, su ejecución requiere precisiones y detalles que parecen destinados a una negociación directa entre las partes.

   Además, el 11 de agosto, un día antes de la votación, el recién nombrado embajador colombiano en Managua, León Fredy Muñoz, anunció su designación en Twitter: “Con los vientos del cambio se abren las puertas para que nuestro país vuelva a la hermandad en Latinoamérica (…) El restablecimiento de las relaciones con Nicaragua será una realidad”.




   La embajada de Colombia estaba acéfala desde febrero pasado, después de que Ortega calificó a ese país como un “narco-Estado”.

  En medio de una polémica en Colombia por la inexplicable ausencia, otro embajador recién designado, Luis Ernesto Vargas, sólo empeoró la percepción pública del caso, pues alegó en Twitter que el día de la votación aún no se había acreditado como representante en la OEA, como si todo se tratara de un asunto administrativo.






Chile: la sombra de Pinochet


   Por su parte, el gobierno de Gabriel Boric copatrocinó la resolución de la OEA. Su representante, Sebastián Kraljevich, reconoció que la organización no es hoy lugar de concertación, sino de pura expresión de posiciones “legítimas pero particulares”.

   Convino en que la resolución por sí misma no cambiará nada. “No hay una bala de plata o solución mágica para restituir el imperio de los derechos humanos en Nicaragua”.

   Pero recordó que los presos y presas de Pinochet sentían aliento al saber que la demanda de su liberación recorría el mundo. Sabían que no estaban solos. El voto, dijo el embajador, es una contribución “en algún sentido a la resistencia de un pueblo que vive situaciones tan dolorosamente parecidas a la que vivió nuestro pueblo hace no tantos años”. 



                Sesión ordinaria del Consejo Permanente de la OEA, 12 de agosto de 2022  




sábado, 6 de agosto de 2022

¿Cooperación Cuba-EU por Matanzas?

 El incendio en la base de supertanqueros de Matanzas abrió la puerta para una posible nueva vía de cooperación entre Cuba y Estados Unidos, en medio del conflicto de décadas.

Pasado el mediodía del sábado 6 de agosto, la Embajada de Estados Unidos en Cuba informó que estaba en contacto con autoridades de La Habana por el siniestro. Poco más tarde, el vicecanciller cubano Carlos Fernández de Cossío agradeció “profundamente condolencias y expresiones de ayuda” de personas y organizaciones de Estados Unidos. Dijo que Washington ofreció asesoría técnica, cuyos detalles quedaron en manos de expertos locales. 


 Foco del incendio en la terminal de supertanqueros de  Matanzas, el 5 de agosto de 2022. Foto Periódico Girón


No sería el primer caso de cooperación de emergencia entre los dos países. En 2014 más de 200 profesionales cubanos de salud combatieron el ébola en Guinea-Conakry, Liberia y Sierra Leona, en el oeste africano, junto con sanitarios de otros países, incluso de Estados Unidos, en hospitales construidos por tropas estadunidenses.


La seguridad petrolera, en particular, ya había sido tema de interés común e incluso regional. En 2011, en Nassau, especialistas cubanos discutieron la situación de la zona con colegas de Bahamas, México, Estados Unidos y Jamaica.


Nada era casual. Al año siguiente la española Repsol empezaría a perforar un pozo en aguas profundas cubanas, a la postre sin resultados.


En un acuerdo no escrito, construido con filigrana por el ahora embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar -entonces secretario del Interior de Barack Obama-, Repsol aceptó cumplir con las regulaciones estadunidenses para operar en Cuba.


Ni un bolígrafo en la plataforma de perforación era estadunidense. Ninguna parte de la estructura rebasaba el 10 por ciento de componentes de ese origen.


Parte del entendimiento fue la inspección que especialistas de Estados Unidos realizaron a la plataforma en Trinidad-Tobago, antes de que se instalara en Cuba.


Por supuesto, el negocio de Repsol estuvo en la mira de los adversarios de relaciones entre Washington y La Habana. Sin materia de discusión en términos de la legislación estadunidense, la crítica se dirigió hacia la seguridad petrolera. 


La referencia principal era la explosión y hundimiento en 2010 de la plataforma marina Deepwater Horizon de British Petroleum, al sureste de Louisiana. El pozo se incendió y causó en el Golfo de México el mayor derrame accidental de crudo que se recuerde.


Ya restablecidas las relaciones diplomáticas, Cuba y Estados Unidos acordaron en 2015 cooperar en la reducción de riesgos ante desastres y la prevención y respuesta ante derrames petroleros.



Panorámica de la zona siniestrada en la terminal de supertanqueros de Matanzas, el 5 de agosto de 2022. Foto Periódico Girón


Esos puentes de entendimiento de la época de Obama contrastaron con las dificultades en el gobierno anterior, el de George W. Bush.


En 2001, tras el paso devastador del huracán Michelle por Cuba, Estados Unidos ofreció un equipo de evaluación y ayuda por vía de organizaciones no gubernamentales. La isla declinó comedidamente la oferta, pero quiso aprovechar una ley del año anterior que, dentro de las restricciones estadunidenses, le permitía en forma excepcional comprar alimentos en el país del norte. Esa operación, que iba a ser por única vez, se volvió permanente y ya rebasa los 6 mil millones de dólares.


Ofertas parecidas a la anterior hizo Estados Unidos en años siguientes, siempre en reacción al paso de huracanes sobre Cuba. Pero la isla rechazaba las propuestas en los términos iniciales, para plantear, a su vez, otras fórmulas que implicaban un mejor trato bilateral, como discusiones  sobre prevención de desastres o el relajamiento de la agresión económica, a lo cual  a lo cual Bush siempre se opuso.


Bush también rechazó la oferta cubana del envío de una brigada médica tras el golpe del huracán Katrina en Estados Unidos, en 2005.


Está por verse en qué rango se ubica la posible cooperación ante la tragedia ahora en curso.



La nube contaminante del incendio en Matanzas se extiende hacia el occidente de Cuba. Imagen tomada de la cuenta de Twitter del meteorólogo Elier Pila Fariñas @elierpf





Imagen satelital de descargas eléctricas el 5 de agosto de 2022. Al centro, con mayor intensidad, el fenómeno en Matanzas. Tomada de la cuenta de Twitter del meteorólogo Elier Pila Fariñas @elierpf













domingo, 10 de julio de 2022

Cuba: recuento del 11J

   Una constante en las manifestaciones populares del 11 y 12 de julio de 2021 en Cuba fue la cantidad de teléfonos móviles por encima del mar de cabezas, que produjeron un torrente de constancias visuales. Los participantes multiplicaron después sus testimonios y surgieron diversas interpretaciones de los hechos.  

   Un año más tarde son incontables las aportaciones de todo tipo, pero algunas pocas de ellas bastan para mostrar la diversidad de registros y enfoques sobre el 11J.

   Desde las primeras horas que siguieron a la inicial manifestación de San Antonio de los Baños, el sitio Inventario (proyectoinventario.org) activó una herramienta para identificar los lugares donde se reportaban protestas antigubernamentales.


   Un año después, el mapa registraba 348 acciones en las 15 provincias del país y el Municipio Especial Isla de la Juventud. 





   Después del 11J el gobierno de Cuba tomó decisiones que en parte eran reclamos de la población anteriores a la protesta: autorizó la importación individual de alimentos, productos de aseo, medicinas y electrodomésticos; aceptó ayuda humanitaria internacional; emprendió un plan de reparaciones en barrios pobres (viviendas, escuelas, policlínicos, redes de agua, asfaltado); ofreció atención a problemas legales de vivienda y expidió un paquete de regulaciones para el trabajo por cuenta propia, las micro, pequeñas y medianas empresas y las cooperativas no agropecuarias.


   A los pocos días del estallido, un fundador y ex jefe de la Seguridad del Estado, ex viceministro del Interior, general de División Fabián Escalante, publicó un comentario en tres partes a raíz del 11J. En la primera  citó entre las causas “los errores cometidos en la tardía implementación de medidas económicas” ya aprobadas. En una crítica sutil a los servicios de inteligencia, señaló que no hubo la advertencia oportuna del estado de ánimo social; expuso que Estados Unidos “es el principal responsable, pero … nosotros también tenemos responsabilidades por los errores cometidos, que exigen un análisis autocrítico" y que “combatir contra el enemigo y la burocracia sería el deber y la responsabilidad de este momento histórico”.



                                              Fabián Escalante Font. Foto ecured.cu




   En el resto de su comentario (IIIII), Escalante atribuye las protestas a “una operación subversiva, bien preparada, sobre un esquema de guerra sicológica” de Estados Unidos. En la misma línea, un año después, el presidente Miguel Díaz-Canel sostiene la versión oficial de que que el 11J “el pueblo cubano y la revolución cubana desmontaron un golpe de Estado vandálico”.


   La Escuela de Estudios Latinoamericanos y Globales y el diario argentino Página12 publicaron en diciembre de 2021 el libro Cuba11J: protestas, respuestas, desafíos, coordinado por Julio Carranza Valdés, Manuel Monereo y Francisco López Segrera, con ensayos de 17 autores, entre cubanos y otros latinoamericanos. 




   Carranza, economista cubano, revela ahí que él y otros cuatro de sus colegas, Humberto Pérez, Joaquín Benavides, Fidel Vascó y Pedro Monreal, presentaron al gobierno de Cuba “una actualizada propuesta de reforma integral de la economía”, que al momento de aparecer el libro no tenía respuesta.


   Entre las abundantes y disímiles interpretaciones del 11J, Carranza dice que "el sistema económico actual es obsoleto, limita las capacidades productivas de la sociedad y debe ser reformado integralmente (...) el avance y la integralidad de la reforma aún es insuficiente, no hay dudas de que hay fuerzas internas e intereses conservadores que se le oponen". El abogado y político español Monereo plantea que “para una parte de la juventud cubana el relato de la Revolución ha perdido vigor, fuerza; se ha convertido en un pasado que poco o nada tiene que ver con sus vidas y, sobre todo, con su futuro”.


    La Fiscalía General de la República (FGR) ha informado sobre las acciones judiciales que se siguieron a manifestantes del 11 de julio. El 25 de enero de 2022 reportó que había imputado cargos a 790 personas, de los cuales 490 estaban en prisión. De los acusados, 115 tenían entre 16 y 20 años de edad; hasta el 13 de junio de 2022 recibió notificación de tribunales sobre 76 sentencias para 381 personas, incluso 16 jóvenes de entre 16 y 18 años, sobre todo por delitos de sedición, sabotaje, robo con fuerza y violencia, atentado, desacato y desórdenes públicos. Hubo 297 penas de entre cinco y 25 años de cárcel.



          Imagen de un reporte de la televisión cubana sobre los juicios a los manifestantes del 11J





   Entre el 14 y el 15 de junio de 2022 los tribunales dictaron cuatro sentencias firmes, en respuesta a recursos interpuestos por 33 sancionados en La Habana y Mayabeque, por delitos de sedición, sabotaje y desórdenes públicos. Hubo 30 sentenciados a penas de entre cinco y 18  años de prisión y tres a trabajo correccional o  limitación de libertad.


   La FGR reportó sentencias firmes en La Habana, Matanzas y Santiago de Cuba, entre el 16 y el 21 de junio, por delitos de sedición, desórdenes públicos, atentado y desacato. Hubo 74 sancionados y dos absueltos, con penas para 56 de entre 10 y 18 años de cárcel. Hubo sentenciados a prisión, con sustitución de la pena por trabajo correccional o limitación de libertad, incluso para 12 jóvenes entre 16 y 18 años de edad.    


   Las organizaciones no gubernamentales Cubalex y Justicia11J, que investigan el mundo legal y judicial cubano, elaboraron el informe “Un año sin justicia: patrones de violencia estatal contra manifestantes del 11J”. Entre otras conclusiones, el reporte señaló que un año después del estallido había  701 presos del total de mil 484 detenidos; 622 procesados, de los cuales 584 con  sentencias y 27 personas de entre 16 y 18 años han recibido alguna sanción, desde cinco años de trabajo correccional 19 años de cárcel y sólo uno fue absuelto.





   El 21 de marzo de 2022, un grupo de intelectuales cubanos publicó en la revista electrónica La Joven Cuba un “Manifiesto contra el silencio, por la justicia”, en el que entre otros puntos señalaron que las penas ya dictadas entonces por el 11J son desproporcionadas y “escarnios públicos contra toda la sociedad cubana” y que las manifestaciones fueron, “como en toda Latinoamérica, un estallido social expresado mediante la desobediencia civil, resultado de la mala gestión gubernamental de la economía y de modos autoritarios de gestionar el conflicto y participación socio-políticos en Cuba”.


   En su blog La Cosa, el historiador y jurista Julio César Guanche examinó el concepto de “sedición”, su empleo en la historia cubana y su uso en los procesos contra los manifestantes. Concluye que “caracterizar el 11J sólo como intento de 'golpe blando' cierra toda legitimidad a la expresión de conflictos. Las múltiples operaciones estadunidenses sobre esos hechos, que califican en rigor de guerra híbrida, no privan a esas protestas de su núcleo popular con demandas de calidad de vida, libertad, y justicia”.


   El Comité contra la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas examinó el tercer informe periódico de Cuba el 21 y 29 de abril de 2022. En sus “Observaciones finales”, del 9 de mayo de 2022, expresó preocupación por “presuntas detenciones arbitrarias, uso excesivo de la fuerza y malos tratos” el 11J y enlistó modalidades de esos abusos.



Imagen tomada del sitio https://www.ohchr.org/es/treaty-bodies/cat


   

   También mostró preocupación por “juicios sumarios sin garantías del debido proceso” y “lamenta la insuficiente información” de parte del gobierno cubano sobre la investigación de los atropellos denunciados. El Comité “toma nota” del rechazo del gobierno cubano a esos alegatos, pero lo instó a investigarlos, sancionar a los responsables y asegurar una reparación integral para las víctimas, así como establecer protocolos para las fuerzas del orden durante protestas sociales, “conforme a las normas internacionales de protección de los derechos humanos”.


La American University de Washington publicó un amplio dossier llamado “El camino por delante: Cuba después de las protestas del 11 de Julio”, integrado por un simposio virtual en el que 16 autores respondieron a la cuestión de cómo interpretar los hechos de aquel domingo. 


   Coordinado por los investigadores estadunidenses William LeoGrande y Philip Brenner y el canadiense John M. Kirk, el expediente también incluye 18 textos adicionales tomados de diversas fuentes y un catálogo de otros documentos, informes o análisis sobre el tema.





   Los coordinadores concluyen que “el gobierno cubano tiene enfrente a una población cansada del sacrificio, cansada de promesas de reformas que se materializan demasiado lentamente, si acaso, y cansada de un liderazgo que habla más que escucha. Si hay una lección del 11J es que la gente quiere ser escuchada y quiere que su gobierno le responda”.