miércoles, 23 de diciembre de 2015

El año de la migración

En el año que termina estalló en Europa el mayor flujo migratorio desde la Segunda Guerra Mundial y el Banco Mundial estimó que en el planeta hubo un 
nivel récord de 250 millones de migrantes.
En las corrientes migratorias de América Latina hacia Estados Unidos hubo tendencias novedosas.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) reportó que más de 10 mil menores migrantes no acompañados cruzaron la frontera mexicana hacia Estados Unidos entre octubre y noviembre, procedentes de países centroamericanos, un aumento de 106 por ciento en relación con el mismo periodo del año pasado.
Una novedad en esta oleada, dijo The New York Times el 26 de noviembre, es que los migrantes, que huyen de las pandillas y la violencia centroamericana, en lugar de esconderse de la Patrulla Fronteriza, como era tradicional, ahora buscan a los agentes para pedir protección y emprender la batalla legal por su residencia.
El centro de investigación Pew Research dijo en un estudio que, por primera vez en décadas, migrantes mexicanos abandonan Estados Unidos para regresar a su país, empujados por la crisis económica estadunidense y el impacto de las deportaciones.

Entre 2009 y 2014 un millón de mexicanos volvieron a su patria, mientras que en el mismo periodo solo 870 mil tomaron rumbo al norte, dijo el informe.
Rubén Hernández-León, director del centro de estudios mexicanos del departamento de Sociología de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), dijo a la Afp que la crisis de los últimos años pegó duro en industrias que se beneficiaban principalmente de mano de obra latina. “El ejemplo clásico es el de la construcción”.
El Instituto de Política Migratoria de Washington informó, a su vez, que entre 2010 y 2014, 800 mil personas de los países del Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) han sido deportadas desde México y Estados Unidos.
Ellos y sus familias pueden quedar agobiados por deudas después de haber pagado entre 4 mil y 7 mil dólares a contrabandistas, tienen pocas habilidades que podrían ayudarlos a encontrar empleos y muchos son devueltos a barrios inseguros y escuelas controladas por las pandillas de las que trataron de huir en primera instancia”.
Pero México ya deporta más centroamericanos que Estados Unidos. Y ahora Centroamérica es escenario de una crisis surgida por otra corriente de migrantes: los cubanos
Además de los resortes tradicionales de la migración, los informes sugieren que también en esta parte del mundo la violencia se ha expandido como fuente adicional de los desplazamientos y las políticas públicas están rebasadas o simplemente no existen.
Testimonios de estas novedades son los migrantes mexicanos que vuelven a su país en la temporada navideña en caravana, juntos y con protección policiaca, ante el temor de un asalto.


Y también lo son las madres centroamericanas que recorren sitios clave de México en la búsqueda de sus familiares, desaparecidos en este país en la ruta hacia el norte.


Los últimos años se han caracterizado por un mayor número de complejidades, por situaciones que si bien no son totalmente novedosas (...), de pronto adquieren un carácter de crisis humanitaria", dijo en una entrevista Jorge Martínez, especialista en migraciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. En el fondo, opinó el experto, ese panorama surge de la falta de acciones concretas de los Estados.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Venezuela: los números hablan



   En el último decenio la votación del bloque oficialista en Venezuela ha tenido altas y bajas, a veces abruptas. En cambio, la oposición ha mantenido un ascenso gradual.
   Hugo Chávez logró más de 7 millones 300 mil votos en las presidenciales de 2006, pero al año siguiente perdió el referéndum sobre una reforma constitucional, con apenas 4 millones 379 mil.
   El bloque opositor (o antichavista o antimadurista, en su caso) ha pasado progresivamente de tres a cuatro, a cinco y a siete millones de votos.
   Las elecciones presidenciales o legislativas o los referendos en este lapso han sido reconocidamente referendarios. Es decir que más allá de la naturaleza o relevancia de cada votación, al final la contienda se ha planteado entre el gobierno y sus adversarios.
   Por eso es que los resultados de este periodo  resisten una lectura lineal, además, claro, de la propia de cada tipo de elección. 
   El domingo pasado el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tuvo un ligero avance respecto a las legislativas de 2010, unos 176 mil votos más. Pero respecto de las presidenciales de 2013 la pérdida fue fatal: casi dos millones.
   La opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) tuvo este domingo unos dos millones 400 mil votos más que en las parlamentarias de hace cinco años. Pero en las últimas presidenciales ya había dado el salto. La diferencia entre su actual resultado y el de 2013 es de sólo cerca de unas 400 mil papeletas.
   Sólo con esos resultados, la comparación indica que la oposición (o antichavismo/ antimadurismo), que tuvo su momento de auge con la candidatura de Henrique Capriles hace dos años, retuvo y empujó un poco hacia adelante su caudal.


   En contraste, el PSUV, que apenas había aventajado por 100 mil votos en 2010 y por algo más de 200 mil en 2013, esta vez se desplomó. Los números ahora disponibles indican que el desgaste del gobierno es progresivo, mientras el voto contrario se ha mantenido aglutinado. 


   Esta vez la diferencia es más notable porque en las presidenciales de 2013 hubo más votos totales (14 millones 951 mil) que en estas legislativas (13 millones 306 mil). 
   Esa es la base sobre la que se abre el nuevo ciclo político en Venezuela. La pregunta principal es si habrá una cohabitación o un choque de trenes entre el Ejecutivo y el Legislativo.
   Aún está muy caliente el piso como para tener pistas seguras, pero las primeras señales son de confrontación y, en consecuencia, de un futuro impredecible.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Tres protagonistas en Venezuela

 Tres protagonistas de las elecciones legislativas venezolanas salieron entre la noche del domingo 6 y los primeros minutos del lunes 7 a poner su cuota de responsabilidad frente a los hechos.
   Primero fue el general Vladimir Padrino, ministro de Defensa. Su sola presencia en la cadena nacional, rodeado de altos oficiales en el Comando Estratégico Operacional, todos en traje de campaña, fue una señal de autoridad. Dijo que los incidentes de la jornada fueron “insignificantes”, dentro de un proceso “impecable” y que todo el país estaba en calma.
   Fue un tácito respaldo institucional a los resultados, un gesto significativo a una hora de la noche en la que aún no había informes oficiales.



   El presidente Nicolás Maduro apareció en las pantallas apenas segundos después de que terminó el informe de la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena. Otro mensaje gestual de refrendo al cómputo.
   “Hemos venido a reconocer estos resultados adversos, aceptarlos”, dijo Maduro.
   Poco después, JesúsTorrealbaen nombre de la Mesa de Unidad Democrática, dijo que esa coalición opositora sabrá “administrar este triunfo” y que “no llegará para atropellar a nadie… que llegar a la Asamblea en unidad y con deseos de cambio, no implica acabar con las conquistas sociales ni mucho menos llegará a perseguir y condenar a quienes piensen distinto”.
   Por supuesto, Maduro y Torrealba volvieron sobre los pasos de sus discursos de campaña. “Ha triunfado la guerra económica”, dijo el presidente. “Venezuela dio un mandato que es una campanada histórica, un alto en el camino de la destrucción”, dijo el líder opositor.
   Pero el núcleo de los mensajes orales y corporales estaba dirigido a una solución legal, pacífica. 


domingo, 6 de diciembre de 2015

Vuelco en Venezuela

El resultado preliminar de las legislativas en Venezuela muestra un vuelco social y político en ese país, el primero de su alcance desde el ascenso de Hugo Chávez al poder en 1999.
Aún con un número de escaños por definir, la oposición tenía 99 diputados, más del doble de los 46 del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).



Si el PSUV obtuviera las 22 diputaciones en disputa, de todas formas se quedaría en minoría.
En el periodo chavista -y en su prolongación, bajo el mandato de Nicolás Maduro- el electorado venezolano ha estado dividido más o menos en tres tercios: el oficialismo, la oposición y los indecisos (o abstencionistas)
Es posible que la polarización del país haya llegado a un estado en el que los indecisos tomaron partido o bien concluyeron que era imperioso hacer sentir su opinión o hubo una fuga de votos chavistas o todo a la vez.
Este fenómeno se aprecia en la cantidad de votantes: 74.25 por ciento del electorado, arriba del 66.41 de la elección legislativa anterior.
Estas fueron las segundas elecciones parlamentarias bajo la ley electoral de 2009, que estableció un sistema mixto y paralelo.
Por esas reglas, los diputados se eligen por dos vías: por candidatos individuales y por listas de partidos. Pero, a diferencia de otros casos (como el de México), en Venezuela el resultado de una boleta no afecta a la otra. Es decir que un partido puede arrasar en los distritos y arrasar también en las listas. No hay un mecanismo de compensación o de corrección de la mayoría.
El resultado de este domingo 6 de diciembre muestra, en consecuencia, que la oposición logró una votación nacional, más allá de sus enclaves urbanos tradicionales.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Venezuela: tormenta electoral


   Las elecciones legislativas en América Latina  no provocan interés, excepto las de Venezuela en la última década, porque cada consulta ha sido referendaria. 
   Esos  comicios -igual que los presidenciales y los regionales- se han vuelto pruebas de fuerza sobre el respaldo o rechazo a los gobiernos de Hugo Chávez y de su sucesor, Nicolás Maduro.
   Para este 6 de diciembre hay otras piezas que convierten a la cita en foco de una insólita discusión internacional.
   El futuro presidente argentino, Mauricio Macri, confirmó que en la próxima cumbre del Mercosur (Asunción, 21 de diciembre) pedirá que se aplique la cláusula democrática a Venezuela por “los abusos que está cometiendo en la persecución de opositores”.
   Macri se refiere al Protocolo de Ushuaia (la localidad paraguaya donde se firmó en 1998), según el cual “en caso de ruptura del orden democrático” en algún Estado parte, el bloque puede hasta suspender los derechos del país sancionado. 
   El mecanismo sólo se ha aplicado a Paraguay en 2012, por la destitución del presidente Fernando Lugo. Ahora ninguno de los demás socios ha mostrado entusiasmo en activarlo, pero el escenario del debate está puesto.
   El secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, envió dos cartas abiertas. En la primera, al Consejo Nacional Electoral (CNE), le dijo a ese órgano que no ha garantizado la equidad mínima para la votación, lamentó que Caracas rechazara la observación del organismo y demandó una acción oficial para frenar la violencia previa a los comicios.
   El ex presidente José Mujica -de quien Almagro había sido canciller de 2010 a 2015- se deslindó de las opiniones de su antiguo ministro y Maduro lo llamó “basura”.
   En una segunda carta, Almagro replicó a Maduro: “Los insultos y la impunidad, venga esta de donde venga, no pueden ser la respuesta a un clamor nacional e internacional de igualdad de derechos y justicia electoral”.
   Cuatro ONGs de la región,  entre ellas Washington Office on Latin America, instaron al CNE a que se “respete la independencia” de la misión de Unasur en las elecciones y al gobierno y a la oposición a “comprometerse a caminos hacia delante pacíficos, democráticos y constitucionales”. 


La presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena (centro), instala la misión de Unasur a las elecciones venezolanas.

   El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein, pidió al gobierno la adecuada protección de opositores, después del asesinato a balazos durante un mitin electoral de Luis Manuel Díaz, dirigente de Acción Democrática (AD). Maduro dijo que el homicidio fue un "ajuste de cuentas entre bandas rivales".
   La disparada delincuencia común es un ingrediente adicional que perturba el periodo prelectoral.
   Pero el ángulo más polémico de todos es la contienda misma. Las encuestas apuntan a que la oposición puede ganar la mayoría de las 167 bancas en disputa para la Asamblea Nacional, en una atmósfera crispada: líderes opositores presos por causas muy debatidas y la peor situación económica en décadas, que incluye el desplome de los precios del petróleo, recesión, inflación ya sin registro oficial público, escasez de básicos, tres tipos de cambio formales y un vigoroso mercado negro de divisas. 
   Al parejo de esa percepción, Maduro ha insistido en las últimas semanas en que reaccionará a un eventual triunfo opositor: "No entregaríamos la revolución"...“gobernaríamos con el pueblo en unión cívico-militar”. 

   Como en la última década, la elección del domingo se perfila referendaria. Esta vez, además, se sigue más de cerca que nunca en todo el continente.