Al anunciar la captura de
El Chapo Guzmán, las
autoridades mexicanas dijeron que fue un logro de instituciones y
operativos locales.
El presidente Enrique Peña Nieto, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio y la procuradora general, Arely Gómez, repitieron esa
idea en sus declaraciones del pasado viernes 8.
Foto Alfredo Domínguez
La
insistencia de ese aspecto de la investigación remite a un asunto
que a menudo se vuelve polémico: hasta dónde actúa Estados Unidos
fuera de su territorio en materia antinarcóticos.
En
julio del año pasado, tras la fuga de El Chapo del penal de
Almoloya, la DEA ventiló públicamente su participación en la
búsqueda.
El
jefe de operaciones de la agencia antinarcóticos estadunidense, Jack Raley, dijo a periodistas en Washington que estaba en contacto con
sus homólogos mexicanos y ayudando a coordinar esfuerzos para capturar, por tercera vez en 15 años, al capo
del narcotráfico.
“Estamos
haciendo todo lo posible para localizarlo, como hicimos hace un año
o así cuando lo cazamos”, aseguró.
“Estamos
trabajando con ellos sin parar en ambos lados de la frontera, 24
horas, siete días a la semana. Vamos a hacer todo lo que tenemos que
hacer para ayudarlos, como lo hicimos cuando lo rastreamos la primera
vez, lo vamos a hacer otra vez”, precisó Raley
en la CNN.
No
es un secreto, sino un hecho ampliamente reconocido, que la operación
de la DEA fuera de Estados Unidos incluye investigaciones asociadas
con los países huéspedes, a los que ofrece entrenamiento, equipo e
información de inteligencia.
Otra
parte del asunto son las versiones que ubican esa actuación en el
corazón mismo de las operaciones, mucho más allá de la simple
asesoría.
El
consenso internacional es que el enfrentamiento al narcotráfico
requiere una amplia cooperación entre gobiernos. No hay debate en
los organismos multilaterales que se salga de ese enfoque.
En
la anterior recaptura de Guzmán, el 22 de febrero de 2014, los
primeros reportes surgieron en Estados Unidos y funcionarios de ese
país, hablando en el anonimato, filtraron detalles a la prensa en
Washington, antes de que México ofreciera una versión oficial.
Es
comprensible ahora el cambio en el esquema de difusión, pero en la segunda
recaptura de El Chapo aún queda abierta la pregunta de cuál
fue la actuación de la DEA
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