El gobierno de Honduras y
la Organización de Estados Americanos (OEA) acordaron formar una
misión del organismo regional para combatir la corrupción y la
impunidad en ese país.
Lo más notable del plan
es que es el segundo país centroamericano que acude a la asistencia
internacional para enfrentar la corrupción en su propia
administración pública.
El caso anterior tuvo un
resultado espectacular: las conclusiones de la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) llevaron a la
renuncia del presidente Otto Pérez Molina y de su vicepresidenta,
Roxana Baldetti, quienes ahora están presos y procesados, bajo
cargos por un caso de defraudación aduanera conocido como La Línea.
En El Salvador y Panamá los ex presidentes Francisco Flores y Ricardo Martinelli, respectivamente, están bajo acciones de la justicia local.
La Misión de Apoyo contra
la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) tiene
financiamiento internacional para un presupuesto de 32 millones de
dólares, un mandato de cuatro años y es la primera de su tipo que
establece la OEA para investigar a un Estado miembro. La CICIG fue
auspiciada por las Naciones Unidas.
La MACCIH estará
integrada por investigadores, jueces y fiscales hondureños y
extranjeros.
La protesta popular contra
la corrupción en Honduras ha ganado peso en los últimos meses, con
el impulso de sucesivas denuncias sobre un posible fraude contra el
Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), que es el caso más
notorio.
Sin embargo, los
expedientes alcanzan también a otras entidades públicas, los
servicios asistenciales para maestros y empleados públicos, los
ministerios de Salud y Agricultura, la empresa de telecomunicaciones
y decenas más.
La Misión de la OEA
empezará a trabajar en febrero para investigar 158 casos.
Aunque primero manifestó
escepticismo sobre la Misión, el movimiento Oposición Indignada otorgó el beneficio de la duda a ese mecanismo y subrayó que, sin
duda, el primer punto debe ser el del IHSS.
En los últimos meses
circuló entre los opositores la idea de que una misión semejante
debería tener, como la de Guatemala, un respaldo internacional, más
amplio que el de la OEA. Sin embargo, concuerdan en que la MACCIH es, por ahora, un buen principio.
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