Aún se discute el destino de las armas que dejarán las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero ya está pactado que la guerrilla no las entregue directamente a los cuerpos militares, reveló este fin de semana el jefe de los negociadores del gobierno, Humberto de la Calle.
Una entrega directa de las armas “no ocurrirá”, dijo De la Calle durante una rueda de prensa virtual el viernes pasado.
Las armas saldrán de las manos de la guerrilla y pueden ir a contenedores o inutilizarse, especuló el ex vicepresidente colombiano.
Su declaración muestra una de las decisiones implícitas en el inminente acuerdo de paz: no habrá un acto de rendición, ese en el cual la fuerza derrotada forma filas y entrega sus armas a los vencedores.
Es decir que “no ocurrirá” el hecho más emblemático del fin de una guerra, en una muestra de que en este conflicto las partes han convenido que no haya vencedores ni vencidos.
Tampoco están definidas aún, dijo De la Calle, las zonas de concentración donde irán los efectivos de las FARC una vez que se declare el cese del fuego y de las hostilidades bilateral y definitivo.
Los principales negociadores, Humberto de la Calle, del gobierno e Iván Márquez, de las FARC, en conferencia de prensa el pasado martes 20 de enero. Foto Ap
Precisó que “no hay que confundir” esas zonas de reunión guerrillera con los sitios de observación en los que estará dislocada la misión de verificación de las Naciones Unidas, un grupo de observación no armado que deberán integrar países latinoamericanos.
La misión internacional, que aún no está integrada, es la garantía de la observancia del acuerdo final, explicó De la Calle y recordó que Uruguay es el país que más experiencia tiene en la región para una tarea similar, seguido de Chile y Argentina.
Al acumular conjeturas sobre los trazos que está teniendo la recta final de las negociaciones, el enviado del presidente Juan Manual Santos refrendó la expectativa general: no hay marcha atrás en el proceso de paz.
“Es como subirse en la escalera eléctrica: el que se sube ya no se pude bajar”, dijo De la Calle. “Tiene que tirarse por la barandilla”.
Por eso insistió en que la fecha límite tiene que ser el 23 de marzo, a pesar de que las FARC rechazan atar todo a un plazo fatal.