sábado, 21 de abril de 2018

Cuba: el poder y la reforma



   Además del relevo generacional que lo marca, el reacomodo de la dirigencia cubana también trajo señales sobre el futuro del ejercicio del poder y de la reforma económica.
   En la práctica quedó descartada la conjetura de que Cuba pasaría en un mediano plazo a una división de tareas entre un jefe de Estado, uno de gobierno y un líder del partido único, como en Vietnam.
   Por el contrario, Raúl Castro anunció que la nueva Constitución, que empezará a formularse este año, dará “todo el poder” al líder del partido, que al mismo tiempo será jefe de Estado y de gobierno. Ese es el horizonte de Miguel Díaz-Canel, quien sin embargo podrá tener un primer ministro a cargo de la administración pública, como en China.
   Pero, a diferencia de Xi Jinping, que puede relegirse hasta el infinito, Díaz-Canel tendrá sólo dos mandatos posibles para un ejercicio total de diez años. 
   Como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), hasta el próximo Congreso, en 2021, Raúl es el “líder actual del proceso revolucionario”, subrayó el nuevo mandatario.
   Díaz-Canel se comprometió a exigir que se cumpla el plan de reforma y llamó a “corregir errores”. Se propone avanzar “sin prisas pero sin pausas, sabia advertencia del compañero Raúl”.



                                                 Foto Ap




   Raúl, a su vez, se extendió en el punto y fue explícito: su cálculo inicial era que para estas alturas habría más avances y un nueva Constitución. 
   Pero “no se logró asegurar la participación de los organismos, organizaciones y entidades para que desde la base fueran capaces de orientar, capacitar y controlar la adecuada implementación de las políticas aprobadas”, dijo Raúl, en una elíptica referencia a la negligencia, omisión o franca resistencia de la burocracia en sus distintos niveles para eludir la ejecución de los cambios.
   Además, agregó el primer secretario, se “requería vencer el obstáculo colosal de una mentalidad cimentada en décadas de paternalismo e igualitarismo, con secuelas significativas en el funcionamiento de la economía nacional”.
   Contra la percepción general de estancamiento, ofreció ampliar el marco del trabajo por cuenta propia y de las cooperativas no agropecuarias, gérmenes de la pequeña empresa privada.
   Sin embargo, esta vez se abstuvo de frenar las demandas de aceleración de las reformas o de justificar la lentitud, lo que había hecho en años anteriores. No repitió su “sin prisas pero sin pausas”.
   Como ha sido una constante, Raúl Castro criticó una vez más a los medios de comunicación cubanos, incapaces de “llegar oportunamente hasta el último ciudadano con exposiciones y explicaciones claras y entendibles”. Más de una década de reproches en esta línea que, al parecer, chocaron con la pared.
   Díaz-Canel dijo de la nueva Asamblea Nacional que su composición social, de género, raza y edad refleja “casi en la misma proporción” la del país. Pero el comparativo falla en la adhesión políticala quinta parte del Consejo de Estado y el 96 por ciento del parlamento provienen del PCC o de su rama juvenil, cuando en la calle esa militancia representa cerca del 14 por ciento de los electores.
   Con claras confirmaciones de que no hay cambios esenciales en el sistema de partido único, Raúl aludió al fantasma del colapso socialista en la Unión Soviética y Europa del Este, que se mantiene como la línea roja infranqueable: “Hay errores que no podemos cometer, como los que dieron al traste con procesos importantísimos para la humanidad y cuyas consecuencias las hemos pagado muchos países”.








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