El debate global sobre redes sociales suele enfocarse en el impacto en la vida cotidiana o en el desempeño tecnológico de las marcas. Sin embargo, en los últimos días surgió una discusión distinta, que gira los reflectores hacia otro flanco: la influencia mundial de Facebook y su potencial manipulación.
La polémica se inició con un explosivo artículo del sitio de tecnología Gizmodo, que el pasado lunes 9 dijo que redactores de la red suprimen de manera regular las noticias de interés para lectores conservadores de Estados Unidos.
Si fuera un medio de comunicación convencional, dijo el comentario, Facebook podría aplicar su política editorial y publicar o no según sus intereses. Pero como red social abierta ofrece en su sección Tendencias la difusión de asuntos que llegan ahi por ser populares en sus propios circuitos internos.
Gizmodo citó a ex empleados de Facebook que dijeron que el menú noticioso en Tendencias resultaba tan arbitrario como fuera el criterio de la mesa de redacción de turno.
En otro ángulo, según los testimonios, los redactores “inyectaban” a la red asuntos que no eran tendencias por sí mismos.
El mismo día en su edición digital The New York Times se hizo eco del artículo, con énfasis en que las acusaciones alcanzaban a una franja ultrasensible de la vida moderna: el creciente peso de Facebook como plataforma obligada para los consumidores de noticias en el mundo.
En el anuncio de resultados en abril pasado (un alza de más del 50 por ciento en 2015 en ingresos por publicidad), la red social reveló el que quizá sea el dato más impactante de su historia: sus usuarios pasan en el sitio y en sus productos asociados (Instagram y Messenger) 50 minutos por día. ¿Cuánto invierte, en cambio, la gente en comer, en leer o en ejercitarse?
Facebook respondió con un desmentido en toda línea a las acusaciones, asegurando que mantiene la neutralidad en su selección de noticias y que para ello trabaja con normas rigurosas.
El martes 10 de mayo The Atlantic dedicó un largo artículo a revisar el perfil de la red como potencia publicitaria, como locomotora en la bolsa, como pieza clave de la industria periodística y como referente de la vida cotidiana en el mundo.
“El poder de Facebook no tiene precedente”, escribió la revista. “No debería sorprender que el escrutinio fuera igualmente histórico”.
El jueves 12 The Guardian hizo su recuento de la historia de Gizmodo, pero agregó lo que describió como un documento interno de Facebook, que confirma tramos esenciales del relato: la selección de noticias a cargo de un equipo redactor, la “inyección” de temas y la valoración de los asuntos destacados de acuerdo con el desempeño de los medios convencionales más influyentes.
La discusión apenas empieza.